miércoles, 25 de noviembre de 2015

NIEBLA ELECTORAL en El Mundo-Cantabria

Niebla electoral


La niebla es un fenómeno natural inocente que por su aspecto algodonoso suele aparecer en los cuentos infantiles asociada a la magia y el misterio, pero a 120 por hora, de improviso, en una vaguada de la autovía, representa un peligro incuestionable: o reduces la velocidad o te la pegas.
Los depredadores utilizan la confusión que proporciona la niebla para cazar, aunque sólo un león de dibujos animados tendría un cañón de teatro para fabricar niebla artificial; un león de melena lo consideraría indigno, pensando con razón que si lo hace las gacelas pondrán en su lugar muñecos de trapo. Resumiendo, si basas tu campaña electoral en fabricar niebla para los críos, no te extrañe acabar en la cuneta con los neumáticos girando hacia el cielo. La gente está de fantasmadas hasta el gorro. Lo expresaba con elocuencia un joven agarrado a una cerveza el otro día en el bar: ¡Que se dejen de tonterías, queremos programas electorales detallados, con presupuestos reales y plazos de realización, en archivo PDF, en la red, ya!
 Son muchos siglos arrastrándonos por los suelos para no ser expertos en creadores de niebla. Sabemos que nos mienten por sistema, que si no nos roban más es porque no saben cómo hacerlo, que el árbitro está comprado aunque no le paguen. Si lo que pretenden los políticos actuales es que votemos al tacto, de acuerdo, pero entonces tendrán que acercarse más, con la yugular a la distancia de un mordisco. Son tiempos feroces, nuestra vida no es un juego retórico.
Por desgracia, este siglo ha caído sobre nosotros como una losa y lo primero que ha sepultado ha sido la confianza en nuestros dirigentes. Pasan por la cárcel tantos testaferros y por los consejos de administración tantos políticos, que cada vez que uno de ellos abre la boca el instinto de conservación nos cierra los oídos. Digan lo que digan no les vamos a escuchar, lo saben, por eso gritan vacuidades y en los mítines se rodean de globos de colores como en el cumpleaños de un niño. Nos regalan promesas como piruletas. La culpa es nuestra, por votarles, que esto es una democracia y no vale mirar hacia otro lado.
Llevamos demasiado tiempo permitiendo que lo más turbio de nuestra naturaleza nos gobierne, que otros hagan lo que nosotros no nos atrevemos a hacer, pero somos tan cínicos de echarles la culpa de nuestras desgracias, como el que entrega un fusil a alguien para que mate por él y luego le llama asesino. Hay que asumir responsabilidades, salvo el que tenga una bula católica de exculpación perpetua o el carnet marxista sin espejo, porque la parte sumergida del iceberg de la corrupción somos nosotros. Ellos solos no pueden hacerlo, necesitan cómplices, una legión ya que los delitos son tantos. Los implicados llegan hasta el horizonte. Nos hacemos un flaco favor si no tiramos de la manta, aunque acabemos desnudos y al descubierto.
El día siguiente a las elecciones generales comienza oficialmente el invierno. Muchos van a pasar frío. Supongo que la fecha de los comicios la escogió aquella diputada popular, cuyo nombre no merece ser recordado,  al grito de: ¡Ahora se van a enterar esos muertos de hambre!
Cuatro millones de parados que siguen siendo cuatro millones de parados, una deuda que pasa en una legislatura del 70 al 97% del PIB, más del 25% de la población en riesgo de pobreza y exclusión social… Eso es levantar el país, sabemos a costa de quién; nos hemos enterado, gracias. No hacía falta que nos lo explicaran con un vídeo en el que unos tipos disfrazados de médicos secuestran a una mujer, la torturan con descargas y le pintan una bandera de España en la cara. Pobre chavala, sus ojos de castaña asada recuerdan al hambre de los cómicos; seguro que sabe bordar a Shakespeare y ahora acepta cualquier papel si le adelantan un bocadillo. Ser actriz y tener que trabajar para el partido que cierra los teatros requiere coraje, lágrimas amargas en el camerino, espero que no la obliguen a aceptar la cruz de hierro, que van pasados de rosca.
El PP merece perder el Gobierno por su zafiedad y su mala gestión, pero sobre todo por reírse de nosotros a la cara. En particular Rajoy, el Ausente, que ni los suyos saben dónde se ha metido durante toda la legislatura. En los mandos del país no estaba, desde luego, ni en las colas generosas de los bancos de alimentos, para más inri desvalijadas por alguno de su cuadrilla. Son insaciables, como corleones. Y no sigo, que hay una ley Mordaza y la puerta de mi casa vale un sueldo.
Lástima que la sociedad española se encuentre tan deteriorada y deba enfrentarse al hecho triste de haber generado un panorama político tan chusco. Cuando la ciudadanía tiene que agruparse para tomar las riendas de la nación, está gritando bien alto que el sistema no funciona. No nos representan, sentenciaban los Indignados, y su clamor llegó hasta las universidades y hace un año se materializó en Podemos. A falta de soluciones prácticas, mejor fundamentar teóricamente la revolución inmediata. Fue la bomba, el asalto a la Moncloa, la cosa pintaba tan bien que no se notaban los brochazos. Hasta los bancos europeos temblaban imaginando a un presidente con coleta. Les entró un miedo filibustero a que unos descontrolados metieran sus uñas sucias en el cofre del tesoro. Entonces, como son unos clásicos, aplicaron a este proceso la paradoja hispana, de manera que el impulso irrefrenable hacia la izquierda potenciara a la derecha. A día de hoy, Ciudadanos ha capitalizado los esfuerzos de Podemos, añadiendo más confusión y logrando que las esperanzas de muchos regresen al punto anterior, donde todo importaba un pimiento. Eso sí, el PSOE va a liderar a la izquierda, siempre que sea capaz de definirla a tiempo.
  Esto no es un país, es un disgusto. Hay que abandonar la introspección del móvil, en la realidad llueve, no caen rayitas, debemos guarecernos. Es un mal momento para que nuestras carencias nos dejen indefensos ante los expertos en manipulación. Hay personas que se sientan delante de una pizarra que contiene nuestra vida, deciden a primera hora inclinar hacia un lado el voto de los ancianos y antes del almuerzo lo tienen hecho. Se equivocan, claro, pero en un porcentaje no significativo. Si fuera por ellos, se eliminaban las elecciones y gobernaba directamente el Ibex-35. Para qué perder el tiempo, la democracia es un estorbo, a fin de cuentas evolucionamos hacia un homo economicus que avergonzaría al mismo Adam Smith.
Nunca hemos sido tan vulnerables. Igual que los fines de semana se advierte a los automovilistas de los riesgos de la carretera, sería de utilidad pública informar a la gente de los peligros de unas elecciones generales. Al menos decirles que consigan un Diccionario de Falacias, el que sea, hay versiones desde Aristóteles, para así detectar el engaño, saber Cómo lo hacen y el 20-D actuar en consecuencia.


Publicado en  EL MUNDO-Cantabria 24 noviembre 2015

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